Esta vieja está dispuesta a hacer todo lo posible para que sus últimos polvos se conviertan en los más placenteros de toda su vida. Lleva casada con su marido más de cuarenta años y en los últimos diez apenas han follado una o dos veces al mes. Ahora ha tenido una brillante idea: aprovechar su puesto de enfermera en el banco de esperma en el que trabaja para seducir a todos los jovencitos que acuden allí a donar semen. Hasta el momento han sido pocos los que se han negado a que las muy zorras les toquen la polla, les masturben o se las follen.