Me he follado a todo tipo de guarras durante todos estos años y sin embargo el polvo más cerdo que he echado a una mujer ha sido a mi suegra, la madre de mi novia. El último que le eché fue el día de acción de gracias, los padres de mi novia me invitaron a comer y ya en la mesa mi suegra no paraba de soltar indirectas y tocarme la polla. Me sentía muy violento y eso que yo soy bastante golfo, pero esa puta me ganaba con creces. El viejo y mi novia no parecían enterarse de nada, así que aprovechando un lapsus subí al piso de arriba y me follé a la guarra de mi suegra. Su hija llegó justo cuando me iba a correr, un momento justo ya que por derecho la leche es para ella.