El profesor le pidió a su alumna que se quedara después de las clases porque tenía que hablar con ella. La colegiala no vio nada extraño en ello puesto que iba un poco floja en varias asignaturas y así lo hizo, pero las intenciones del maestro no eran del todo claras y aquella mañana cambiaría radicalmente la visión que tenía la jovencita de su maestro. El tío no era mas que un puto pervertido y en cuanto sus compañeros se marcharon, el tipo empezó a seducirla y a decirle que era una chica muy atractiva. A nadie le amarga un dulce y a las chicas de 18 años les sube mucho la autoestima que un señor mayor se fije en ellas, así que acabó tumbada en un pupitre mientras el profe hacía lo propio con su chochito.