La vecina es una jovencita que aprovecho de casarse con un viejo para sacarle el dinero. La chica tiene cara de pendeja, se hace la inocente la muy pata pero nada más alejado de la realidad y ya verán el porqué. Ella toca a mi puerta “para pedir azúcar” luego que la hago entrar al departamento para darle un poco de azúcar, ella se sienta a mi lado y comenta que al lado de su esposo no se siente mujer ¡uff! cuando me dijo eso, ya sabía que me la iba a follar. No hable mucho, sabía que quería que le diera duro rápido, así que me baje los pantalones y la puse a chupar como la perra que es. Rápidamente la puse en cuatro patas encima del sofá, ahí le di caña hasta que me canse y la deje relevarme ¡Dios! esta jovencita tenía ganas de sexo, no paraba de cabalgar encima de mí; la perrita lo hizo tan bien que me corrí adentro de su concha, dejándosela llena de leche. Al final, cuando todo mi semen salía de su concha a chorros, la putita me dijo – ¡mira como me dejaste la concha! Mi marido se va a enterar de que es un cornudo – ¡jajá! La puta se estaba burlando de su propio esposo que estaba trabajando para darle de comer.